Aypate Archaeological Complex: a little understood cultural heritage of the highlands of Piura, Peru
Vicente Amirpasha Tirado-Kulieva1 Laboratorio de Tecnología de Alimentos y Procesos, Universidad Nacional de Frontera,
Sullana, Piura, Perú.
El Complejo Arqueológico de Aypate es un Patrimonio Cultural de la Nación designado por el Ministerio de Cultu- ra e inscrito como Patrimonio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), pero es poco valorado. El propósito de este estudio fue describir las características de Aypate, develando su elevado potencial arqueológico y turístico. Primero se brindó una descripción breve sobre el significado de Aypate, su ubicación y las funcionalidades que lo catalogaron como un asentamiento Inca relevante por su rol en el desarrollo económico y en el dominio total de la región. Se detalló su historia, desde las evidencias sobre su existencia, su descubrimiento y su declaración como Patrimonio a nivel nacional y mundial. También se mencionaron las características arquitectónicas de Aypate y sus edificaciones representativas, incluyendo sus usos. Se hizo énfasis en la vulnerabilidad social, la población aledaña que no participó en la puesta de valor de Aypate por el aislamiento de parte del Estado, evitando el aprovechamiento de sus cualidades. Aunque actualmente mejoró el panorama, ya que los pobladores tienen el protagonismo que merecían, aún existe resentimiento. Por último, se subrayó que Aypate fue un centro administrativo y su atracción turística es un valor agregado. Los turistas deben saber que no encontrarán el típico monumento, sino unas ruinas que harán explotar su imaginación para reconstruir su pasado, la verdadera atracción de Aypate. Por lo tanto, la satisfacción del turista depende de su percepción e imaginación.
The Aypate Archaeological Complex is a National Cultural Heritage designated by the Ministerio de Cultura and inscribed as a World Heritage Site by the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO), but it is little valued. The purpose of this study was to describe the characteristics of Aypate, revealing its high archaeological and tourism potential. First, a brief description was given about the significance of Aypate, its location and the functionalities that made it a relevant Inca settlement due to its role in the economic develop- ment and overall control of the region. Its history was detailed, from the evidence of its existence, its discovery and its declaration as a national and world heritage site. The architectural characteristics of Aypate and its repre- sentative buildings, including their uses, were also mentioned. Emphasis was placed on social vulnerability, of Aypate due to the isolation of the State, preventing the use of its qualities. Although the panorama has improved and the residents have the protagonism they deserve, there is still resentment. Finally, it was stressed that Aypate was an administrative center and its tourist attraction is an added value. Tourists should know that they will not find the typical monument, but ruins that will make their imagination explode to reconstruct their past, the real attraction of Aypate. Therefore, tourist’s satisfaction depends on their perception and imagination.
1Ingeniero de Industrias Alimentarias, Universidad Nacional de Frontera.
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El Imperio Inca (1438-1532 d.C.) es la civilización más grande de América del Sur; surgió en el altiplano meridio- nal peruano y en menos de un siglo conquistó un amplio territorio de Sudamérica andina (Andrushko, 2021). Los incas, desde su centro en el Cusco, integraron territorios pertenecientes a Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Argen- tina y Chile (Palacios, 2015).
Los incas construyeron muchos centros provinciales en su vasto imperio; eran minuciosos al momento de elegir los lugares donde establecer sus edificaciones. La sierra de Piura en Perú fue ampliamente ocupada por imperios como el español, Chimú, Sicán e Inca, habiendo construido paisajes, asentamientos y redes de caminos por su ubicación estratégica que sirve como conexión principal con distintos lugares para fines como tránsito de personas y recursos (Gonzáles, 2020). Se reportó la existencia de cuatro provincias Incas en la serranía piurana (Huanca- bamba, Caxas, Mitupampa y Ayahuaca) (Campos, 2019). En cada provincia había un centro provincial siendo Aypate de Ayahuaca el asentamiento de mayor jerarquía y más extenso (Campos, 2019).
El Complejo Arqueológico Aypate es una edificación Inca construida sobre el cerro Aypate y se ubica en la actual provincia de Ayabaca, un hermoso paisaje biodiverso con humedales altoandinos y bosques de neblina (Morán-Jor- quera, 2020). Fue un centro político, religioso y administrativo relevante (Gonzales, 2020). Actualmente, Aypate es Patrimonio Cultural de la Nación y Patrimonio Mundial en la categoría de itinerario cultural designado por el Ministerio de la Cultura y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), respectivamente (Palacios, 2020); sin embargo, aún no se toma conciencia sobre su importancia. En este contexto, el objetivo de este estudio fue describir las características de Aypate, develando su elevado potencial arqueológico y turístico. Se brindó un amplio panorama sobre la historia y escenario actual de Aypate, profundi- zando la participación del Estado y de la comunidad circundante. Con este documento se pretende atraer la atención de los turistas para así dinamizar la economía de la región, conservar el ecosistema y la identidad cultural.
Según el libro sobre toponimias quechuas del Perú, Max Espinoza Galarza denominó Aypache al sitio arqueológico y al cerro (Espinoza, 1973). Por otro lado, Susana Quevedo Rentería, investigadora de Ayabaca Ayabaca designó al territorio Allpachí; mientras que la población del grupo étnico de los Guayacundos, quienes hablaban el idioma autóctono aguaruna o awajún, usaban el término Apachi para referirse al antepasado o abuelo (Zevallos, 2013). De igual forma, la población de los alrededores continúa empleando la denominación Aypate en referencia a El Mayor, El Viejo del Cerro o El Viejo Barbón (Gonzales, 2020). La denominación Aypate se origina por su fundador AipaAtiq que significa el poderoso o el que alcanza lo más alto porque, según la leyenda, AipaAtiq fue un joven que ganó el amor de una princesa (cuyo nombre en castellano significaba Corazón del Mundo) y el mando de la región por haber superado una prueba que consistía en capturar un venado salvaje sin ocasionarle heridas (Zevallos, 2013). Esta metáfora trata sobre la importancia de que a humanidad sepa gobernarse a sí misma, pudiendo convivir en perfecta armonía con la naturaleza sin hacerle daño (Municipalidad Provincial de Ayabaca, s.f.). Esto llama la atención, ya que hasta hoy es un desafío lograr la sostenibilidad global debido a la sobreexplotación de la naturaleza, comprometiendo gravemente el bienestar de las generaciones futuras.
El cerro de Aypate está ubicado en la cadena montañosa de la Cordillera Occidental de los Andes, de la que nacen pequeñas quebradas que conforman las subcuencas del Macará y Quiroz, las cuales forman parte de la cuenca del Chira (Astuhuamán y Aguirre, 2015). Precisamente, el cerro se localiza en la localidad de Lagunas de Canli de la comunidad campesina Tacalpo en Ayabaca, en la sierra piurana en Perú (Cordova,
2018). Por su parte, los Incas construyeron una ciudad de piedra que denominaron Complejo Arqueológico de Aypate (Figura 1) y se encuentra en las faldas, llanura y cima del cerro con una extensión de aproxima damente 200 hectáreas (Cordova, 2018). A una altitud de 2920 m.s.n.m., Aypate es el lindero natural de las comunidades de Cujaca, San Bartolomé de Olleros y Lagunas de Canli (Municipalidad Provincial de Ayabaca, s.f.).
Vista panorámica del Complejo Arqueológico Aypate sobre el cerro homónimo
Acceder a Aypate es relativamente complicado. Para llegar al cerro desde Ayabaca se debe seguir una trocha arrozable en auto durante aproximadamente dos horas; luego, para ir a las ruinas hay un sendero de aproximadamente 2 km que puede ser recorrido a pie o en mula para cruzar las montañas con mayor seguridad y para atravesar un río llamado Mango (Gonzales, 2020).
Los estudios indicaron que Aypate era un centro político, administrativo y ceremonial de gran importancia en el imperio Incaico. Desde Aypate los Incas controlaban la zona norte del Tawantinsuyo (Municipalidad Provincial de Ayabaca, s.f.). Concretamente, se usaba como ubicación estratégica para controlar y administrar los recursos, además de la población (Palacios, 2020). Se asume que las principales caracterís- ticas de Aypate eran su fácil accesibilidad y conexión con otras zonas de interés, además de las condiciones climáticas. Aypate también fue empleado para mediar y establecer paz cuando ocurrían conflictos entre los grupos étnicos por el uso de los campos agrícolas y del agua (Gonzales, 2020). En este marco, es es importante recalcar que Aypate fue una avanzada y zona de transacciones que no se caracterizaba por ser ostentoso, ya que su fin no era mostrar las riquezas del imperio, a diferencia de lugares como Machu Picchu. Si analizamos esto en la actualidad, Aypate no tiene el diseño de una zona turística promedio. Por ejemplo, Machu Picchu es grande e imponente, sus paisajes son cautivadores y su infraestructura tiene un acabado que lo distingue como símbolo de poder de los Incas. Las ruinas de Aypate también cuenta con atracciones, pero si alguien las visita, su percepción sobre belleza debe ser distinta, más amplia y profunda. Cuando el turista observe las estructuras del Complejo y todo el alrede- dor debe imaginar cómo fue antes, reconstruir el pasado a partir de la historia y o relativamente “poco”
que se ve. Uno debe preguntarse cómo se realizaban las transacciones, cómo era el control territorial para permitir únicamente el paso de los comerciantes, proveedores de comida, del ejército, etc., ya que no era de libre tránsito. Según palabras del Dr. Fidel Torres Guevara, el turista debe proyectar “cómo fue lo que ahora ya no se ve”; de modo que, de la imaginación depende su satisfacción. Respecto al fin religioso, se asume que en el periodo pre incaico, Aypate fue un valioso centro de culto y ritual para la población y, por ello aunque no tenía relación con la religión, los Incas respetaron y conservaron las tradiciones locales (Gonzales, 2020). Como resultado, Aypate fue considerado entre los diez centros de culto más relevantes del Tawantinsuyo (Gonzales, 2020).
Además, Aypate fue/es un magnífico paisaje rodeado por un bosque de neblina con presencia de plantas medicinales y exóticas como orquídeas, rapragueros y bromelias; distintas especies de fauna endémica como venados coliblancos, venados grises, venados enanos, urracas, pava barbada, tucán andino y colibrí arcoiris pechigris, gran variedad de roedores e insectos (Cordova, 2018; Zevallos, 2015). En Aypate también resaltan los ríos y quebradas (Gonzales, 2020) y cuenta con una de las últimas reservas de un emblema del país, el “árbol de la quina” (Municipalidad Provincial de Ayabaca, s.f.). La tupida vegetación alrededor del cerro cumple una importante función hidrológica al retener eficientemente el agua y posteriormente sumi- nistrar de forma gradual hacia los pisos de menor altura; en virtud de ello, el agua fluye a través de numeroros riachuelos y quebradas que, incluso en estaciones secas, brinda el recurso vital a seres humanos, animales y plantas, en específico a las comunidades de Lagunas de Canli, Tacalpo, Cujaca y San Barto- lomé de Olleros (Zevallos, 2015).
Las ruinas de Aypate fueron reconstruidas y actualmente presentan distintos atractivos como los aposentos del Inca, el Templo de la Luna, complejos (edificios) habitacionales y un pozo ceremonial (Gonzales, 2020).
Tres mil años antes del imperio Incaico, Aypate fue un Apu de gran relevancia en la cosmovisión de la población en la sierra del norte peruano que vivía en el cerro que pronto tomó su nombre (Gonzales, 2020). Años después, se documentó que en Aypate habitaron los Ayahuacas, Caxas y Calúa, grupos étnicos que conformaron la confederación de los Guayacundos, guerreros que no aceptaban la autoridad de un jefe supremo y que pudieron repeler con éxito la invasión de los Bracamoros y Huancabambas (Gonzales, 2020). A inicios del siglo XV, los Incas liderados por Pachacútec y su hijo Túpac Inca Yupanqui iniciaron una guerra contra los pueblos que habitaban la sierra de Piura como los guerreros Guayacundos (Gonzales, 2020). Los Guayacundos fueron sometidos, pero muchos de ellos se unieron al ejército Inca, dejando huellas de su origen étnico como se corrobora actualmente al existir lugares con nombres como Guayacundo, Guayacondo o Huayacondo en zonas como Ayacucho y Huancavelica en Perú, incluso perdurando como denominación de apellidos y un cerro en Cundinamarca, Colombia (Gonzales, 2020). Continuando la línea de la conquista, los Incas se mantuvieron en este territorio menos de un siglo, habiendo realizado diversas construcciones (edificios, caminos) para consolidar los territorios, incluyendo Aypate, el cual se anexó al Tawantinsuyu en el año 1460 aproximadamente (Palacios, 2015).
A pesar que Aypate fue usado para múltiples propósitos, su funcionalidad se perdió después de la llegada de los españoles, quedando en el olvido durante siglos (Palacios, 2020). Las primeras referencias sobre Aypate existen gracias a los viajes del científico alemán Alexander von Humboldt y compañía en 1802, quienes ingresaron a territorio peruano por la sierra de Piura y entre sus recorridos (que duraron dos semanas) se incluyó el registro de varios sitios inca como Aypate en Ayabaca (Astuhuamán, 2009). Aunque en ese
momento solo se efectuó la identificación, se recolectó información de los indígenas sobre distintos mitos y leyendas, quienes describieron a Aypate como “las ruinas de un palacio y de todo un pueblo peruano” (Astuhuamán, 2009). Recién en los años 70 del siglo XX se empezaron a realizar estudios científicos sobre Aypate. El 1971 se establece como el año en que realizó el descubrimiento de Aypate liderado por el historiador italiano Mario Polia, profesor de la Universidad de Piura (UDEP) en ese entonces (Cordova 2018). Mario Polia realizó excavaciones anuales en distintas ubicaciones de la zona central de Aypate con el soporte del Gobierno Regional de Piura (llamado anteriormente CTAR-Piura) y de la UDEP, cuyos resul tados se reflejaron en el primer levantamiento topográfico (Palacios, 2015). Este preciso momento es el considerado como aquel donde se inició el proceso de recuperación de Aypate.
A partir de la exploración en Aypate, empieza la participación del Ministerio de Cultura (anteriormente Instituto Nacional de Cultura) para recuperar el sitio y junto a la Municipalidad Provincial de Ayabaca se obtuvo el financiamiento para conservar y restaurar el Acllawasi y el Ushnu, y de forma parcial la Kallanka (ver definición en sección 2.3) (Palacios, 2015). Simultáneamente, mediante Resolución N° 247-89/INC, el Instituto Nacional de Cultura declara a Aypate como Patrimonio Cultural de la Nación con la denomina- ción Complejo Arqueológico Aypate y con las condiciones de intangible, imprescriptible e inalienable a aproximadamente 156 hectáreas del territorio (Morán-Jorquera, 2020). Esto provocó numerosas visitas, principalmente en temporada seca y fue mayor cuando se facilitó el acceso mediante la construcción del tramo de trocha carrozable entre Aypate y Yanchalá en el año 2000 (Palacios, 2015).
Desde el 2001 hasta el 2010 el gobierno ejecutó labores de limpieza ocaisonalmente (Palacios, 2015). Aparentemente, Aypate no recibió el trato merecido a pesar de ser un símbolo arqueológico del país. De forma similar, se informó que posterior al reconocimiento nacional, las intervenciones se realizaron después de más de dos décadas gracias al Proyecto de Investigación Arqueológica de Aypate mediante el Proyecto Qhapaq Ñan del Ministerio de Cultura del Perú (Morán-Jorquera, 2020).
El Qhapaq Ñan, Gran Camino Inca, Camino Real Inca o Camino Principal es una importante red de caminos con una longitud estimada de seis mil km (Jallade, 2012). El camino inicia en el Cusco en Perú se dirige hasta el norte hasta la Huaca, sigue al norte de Quito en Ecuador y hacia el sur este, conformado actualmente la Paz en Bolivia, extendiéndose a los territorios de Argentina y Chile (Ministerio de Cultura, 2001).
Considerando el legado histórico, la importancia social, cultural y económica de estas vías del Camino Incaico, el Marco normativo del Qhapaq Ñan inició con el Decreto Supremo N° 031-2001-ED que declara de preferente interés nacional la investigación, identificación, registro, conservación y puesta en valor de la red de caminos incas dentro del territorio nacional (Ministerio de Cultura, 2013). A partir del 2002, distintos investigadores se enmarcaron en este proyecto, empezando la recopilación de información sobre el Qhapaq Ñan, cuyo sistema vial incluye a Aypate. Al Decreto Supremo N° 031-2001-ED se le otorgó Fuerza de Ley con la Ley N° 28260 en el 2004 (Ministerio de Cultura, 2013), es decir, el proyecto se colocó en la lista de prioridades para el gobierno por su rol en explicar la amplia y rica historia Incaica. Aunque desde el 2002 iniciaron los estudios, recién en el 2012 se realizaron intervenciones exhaustivas en Aypate mediante el Proyecto Integral Aypate (Morán-Jorquera, 2020). En este contexto, se forma la siguiente incógnita, si Aypate no habría estado incluido en la ruta Qhapaq Ñan, ¿el gobierno habría sumado
esfuerzos para interveniren dicha zona? ¿Por qué se enfocó en Aypate después de una década de haber iniciado las investigaciones?. Preguntas que pueden ser mejor respondidas por los protagonistas, los pobla- dores aledaños como se muestra en la sección 2.4.
La puesta en marcha del denominado Proyecto Integral Aypate como parte del Proyecto Qhapaq Ñan fue tardío porque no se llegaba a un consenso entre el gobierno y las comunidades circundantes. El 2011 fue crucial, ya que se dieron propuestas importantes para intervenir Aypate de la mano del Dr. César Astuhuamán Astuhuamán Gonzáles, arqueólogo de raíces ayabaquinas y director del proyecto (Palacios, 2015). En particular, sehicieron enormes esfuerzos para el acercamiento hacia las comunidades campesinas como Cujaca, el Predio Rural Lagunas de Cangli, San Bartolomé de Olleros y Tacalpo (Córdova, 2021).
El proyecto comprende tres elementos: la investigación, conservación y sociocultural; por lo tanto, además de interrogar al paisaje y rocas para comprender la historia de Aypate, los arqueólogos, antropólogos y conservadores especialistas también debían centrarse en la gente para comprender el pasado más a profun- didad, sus comprensión y perspectiva sobre el mundo, y las relaciones personas-naturaleza (Zevallos, 2013). Gracias a este hito se pudo comprender la historia y restauración de Aypate (Palacios, 2020). La finalidad en sí es realizar limpieza y mantenimiento de la zona para mostrar su monumentalidad y mejorar la expe- riencia de los visitantes, pero el enfoque social del proyecto considera difundir las bondades de Aypate y su uso como emprendimiento de los pobladores de la zona, incluyendo venta de tejidos, alimentos, etc. (Córdova, 2021). Esto se reflejó en el incremento de visitantes (más de siete mil en el 2014, mayormente de la Región Piura y principalmente de Ayabaca) y en la realización de distintas actividades bien acogidas como la celebración de la inscripción de Aypate en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO (alrededor Mundial de la UNESCO (alrededor de tres mil participantes) (Palacios, 2015). También se desarrolló con éxito la caminata Wayakuntu en el tramo Perú-Ecuador del Qhapaq Ñan desde Aypate hasta Cariamanga (Ecuador), contando con más de 150 participantes de ambos países quienes realizaron los tres días de recorrido (Ministerio de Cultura, 2014).
Esto pone en relieve que, con una adecuada participación sinérgica entre el Estado y la población, se pueden obtener resultados prometedores.
En la Cumbre Presidencial del 2003, Perú junto a los países andinos Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile y Argentina firmaron el compromiso de presentar a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés) a Qhapaq Ñan como candidato para ser parte del parte del Patrimonio Mundial en la categoría de itinerario cultural, lo cual se presentó en el 2013 y se logró el 21 de junio de 2014 (Zevallos, 2016). Esta inscripción fue debido a los estudios etnohistóricos y arqueológicos que destacaron la importancia de Qhapaq Ñan y su trascendencia histórica (Palacios, 2015).
Al igual que en todas las construcciones Incas, en las edificaciones del Complejo Aypate destaca el trabajo en piedra pulida, aunque debajo de las estructuras incas se encontró estructuras pre incas construidas con distinta técnica (Campos, 2019). El Complejo de Aypate muestra una posición hegemónica respecto a las demás construcciones; abarca diversas edificaciones principales típicas y también áreas periféricas (Cordova, 2018). Gonzales (2020) menciona que, entre las edificaciones principales se encuentran la Kallanka, el Ushnu y el Acllawasi, ubicadas en una gran planicie que constituye el área central de Aypate y que fueron construidas a lo
largo del Tawantinsuyu. Respecto a la arquitectura periférica, de acuerdo con Cordova (2018), incluye construc- ciones domésticas, centros de acopio de cultivos sembrados en terrazas, puestos de control y otros accesos que llevaban hacia el área principal. En Aypate destaca una plaza trapezoidal edificada sobre una llannura y alrededor hay una muralla con baja altura y no tan bien labrada, habiendo sido construida quizá por personas no incas (Gonzales, 2020). Respecto a la construcción interna, las principales edificaciones dentro del complejo Aypate, representativas del imperio incaico y construidas en el Tawantinsuyo entre el 1400 y 1532 d.C. (Astu huamán y Aguirre, 2015), cumplían determinadas e importantes funciones como se menciona a continuación.
Era la sala de descanso de los soberanos Incas y/o individuos importantes, pero también se atribuyó su uso como barracas para los soldados incas, plaza de eventos, alojamiento temporal para transeúntes, etc. (Barraza, 2010).
Fue el axis mundi, eje de conexión vertical entre el espacio (cielo y tierra), tiempo, ancestros y picos monta- ñosos (Corrado et al., 2021). En él, los Incas, gobernadores y sacerdotes realizaban sus rituales para comunicarse con sus deidades y ancestros para pedir por la fertilidad de la mujer y de la tierra (Palacios, 2020). Ushnu significa pantano y fue considerado como desagüe de ofrendas líquidas (Dean, 2015), relacionado con la existencia de un pozo de ofrendas o Utqu (ver sección 4.2) donde los curanderos continúan ofrendando perfumes y tabaco (Cordova, 2018). Cerca del ushnu se encuentra el baño o fuente fuente Inca (Figura 2), una construcción de granito rosado y amarillo con seis hornacinas, un acueducto y una poza de recepción (Palacios, 2015).
Fuente del Inca
Edificación compuesta de bloques de granito rosado de gran tamaño, sin divisiones internas, cuenta con trece escalinatas con acceso a la plaza principal y su longitud supera los cien metros (Gonzales, 2020). Es la estructura con mayores dimensiones; llamada la casa de las escogidas porque fue la residencia de mujeres bellas que mantenían santuarios religiosos al servicio del Inca (Makowski, 2015), llevaban a cabo actividades rituales (Farrington, 2018). La entrada se muestra en la Figura 3.
Ruta (a) y pórtico (b) de acceso al acllahuasi
Era un pozo ceremonial o de ofrendas que, según lo mencionado anteriormente, se podría decir que única- mente se ofrecían líquidos. Sin embargo, al menos en Cuzco, durante el imperio Incaico se solía realizar distintas ofrendas, a saber, carne, cerveza de maíz, camélidos sacrificados, conchas marinas, ropa, vasijas, estatuillas, además de oro, plata, cosa e incluso niños (Dean, 2015).
También se denomina Camino Real Inca, tiene una longitud aproximada de cincuenta mil kilómetros; fue construida por Pachacútec, mientras que Túpac Inca Yupanqui y Huayna Capac se hicieron cargo de su continuación (Ministerio de Cultura, 2013). Atraviesa el Complejo Arqueológico Aypate y era la conexión cultural y comercial entre naciones como Perú, Ecuador y Colombia (Cordova, 2018). El Qhapaq Ñan también fue construido para permitir el desplazamiento de soldados y conquistar el Tawan tinsuyu, así como para vincular la capital del Estado, el Cuzco, con los demás pueblos; siendo un grandioso sistema vial que permitió labores militares, religiosas, económicas y administrativas (Ministerio de Cultura, 2013).
Antes del inicio del Proyecto Integral de Aypate, los estudios sobre su investigación y conservación se enfocaron en hacer visible su magnitud imponente, pero sin ahondar en detalles como el descifrar la historia, ya que no se involucró a la población local (Zevallos, 2013). El Estado debió brindar el apoyo para que modelen sus ideas y así presenten propuestas sólidas para la puesta en valor de Aypate. Esto generó tensiones entre los involucrados porque se perdió de vista uno de los objetivos del Proyecto Qhapaq Ñan: conservar los ecosiste mas y las identidades culturales, requiriendo el apoyo activo de las comunidades andinas. Como se mencionó en la sección en la sección 2.2.5, se superó esa barrera, pero hasta hoy los pobladores siguen con resentimiento (Córdova, 2021).
Morán-Jorquera (2020) evaluó las causas del rechazo de las comunidades según entrevistas, las cuales se discu- ten a continuación. En primer lugar, cuando Mario Polia descubrió Aypate, la población indicó que realizó profundas excavaciones en las comunidades (supuestamente con autorización del Instituto Nacional de Cultura) y encontró objetos de valor como una cadena de oro que no llevó al museo de Ayabaca pese a que lo prometió. En segundo lugar, las comunidades mostraron su molestia cuando el Instituto Nacional de Cultura declaró como Patrimonio Cultural de la Nación a Aypate sin su participación. En tercer lugar, aun cuando la patrimonialización de Aypate conllevó distintos beneficios, la intangibilidad de la tierra prohibió su explotación para fines econó- micos, afectando gravemente a la población cuya actividad económica principal es la explotación agropecuaria,
pudiendo afectar su supervivencia. En cuarto lugar, es común que la población desconfíe de grandes proyectos que involucran el uso de sus tierras, ya que piensan que las despojarán de ellas. Por último, la población rechazaba las innumerables excavaciones arqueológicas debido al potencial impacto ambiental, a los tiempos excesivamente prolongados y al gasto desmesurado de dinero que no es proporcional a la calidad del trabajo realizado.
Las circunstancias mencionadas se direccionan hacia una misma solución: la escasa o nula participación de la población aledaña al Qhapaq Ñan. Es indispensable una toma de decisiones democrática y planteando un escenario equitativo entre los involucrados directos. Según un cuestionario dirigido a rondas campesinas de Aypate, el 81% de los encuestados indicaron que el turismo sostenible en la zona es regular y genera grandes ingresos (Vega, 2017). Encuestas realizadas en Piura y Ayabaca mostraron que los pobladores estuvieron dispuestos a pagar casi el 10% del sueldo básico por visitar por dos días el Complejo Arqueológico Aypate, mientras que los turistas estaban dispuestos a pagar más del 150% (Cordova, 2018).
En un estudio se evaluó el perfil de los turistas que visitaron distintos lugares de Ayabaca y se determinó que Aypate fue el segundo destino (después del Santuario del Sr. Cautivo) que los turistas indicaron que conocen y les gustaría volver a ir (Cortez, 2020). Aún existe mucho camino por recorrer; se debe aumentar los esfuerzos para impulsar el turismo en Aypate, preservar la cultura y tradiciones locales, y promover el desarrollo local. Se espera que el reto que significó la puesta en uso social del Proyecto Qhapaq Ñan y del Proyecto Integral de Aypate sea un ejemplo y sirva como resorte para que aumenten las investigaciones bajo este enfoque.
En la Región Piura y en todo el Perú no se comprende aún la importancia de las ruinas de Aypate, ya que es un atractivo rico en cultura y recursos naturales, pero no es apreciado como tal. Esto fue debido principalmente al descuido de las entidades encargadas y al aislamiento de las comunidades rurales aledañas, quienes no pudieron participar en el descifrado de la historia, en la puesta en valor de Aypate. En este sentido, el Estado debe brindar la atención necesaria a Aypate y con la cooperación de la población campesina, implementar alternativas de solución para aprovechar su alto potencial arqueológico. Sin duda alguna, esto atraería la atención de los turistas, dinamizaría significativamente la economía y reforzaría la identidad cultural. Sin embargo, no se debe tergiver- sar la historia de Aypate; debe impulsarse como lo que fue, un centro estratégico que jugó un papel clave para el desarrollo económico y el dominio de la región, y no como una zona ostentosa que cautiva a la población. Por lo tanto, los turistas deben ser capaces de ver las ruinas de Aypate y dejar llevar su imaginación para reconstruir el pasado. De esta forma, se podrá percibir “cómo fue lo que ahora ya no se ve” y explotar al máximo la verdade- ra atracción de Aypate.
Agradecimiento especial al Dr. Fidel Torres Guevara, por sus comentarios y opiniones que permitieron el reforzamiento de este manuscrito.
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