Revista Científica Aypate. 3 (2), doi:10.57063/aypate
AYPATE
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/aypate
ISSN N° 3028-9432
Artículo original Original article Abr – Jun, 2024
Ancestry and healing, facing the scars of COVID-19 in Anchonga
Rojas-Orellana, Félix1
1Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, Perú.
Autor de correspondencia*: felix.rojas@unsch.edu.pe
RESUMEN
El COVID-19 ha dejado profundas cicatrices físicas, emocionales y sociales en comunidades vulnerables como Anchonga, Perú. Ante la desconfianza en la medicina oficial y las secuelas invisibles de la pandemia, las mujeres indígenas han recurrido a la sabiduría ancestral de la medicina tradicional. Este estudio, a través del caso de Felipa y Rosa, explora cómo el uso de plantas medicinales se ha convertido en un acto de autocuidado, preservación cultural y empoderamiento. Se concluye que la medicina tradicional ha jugado un papel crucial en la recuperación y el bienestar de las mujeres indígenas. Se resalta la necesidad de restablecer la confianza y promover el diálogo intercultural para integrar la medicina tradicional en el sistema de salud, respetando la autonomía y los derechos de las mujeres indígenas. Metodología: Este estudio cualitativo empleó entrevistas en profundidad con Felipa y Rosa, dos mujeres indígenas de Anchonga, para comprender sus experiencias con el uso de la medicina tradicional durante y después de la pandemia de COVID-19.
ABSTRACT
The COVID-19 pandemic has left profound physical, emotional, and social scars on vulnerable communities like Anchonga, Peru. Amidst distrust in mainstream medicine and the lingering effects of the pandemic, indigenous women have turned to the ancestral wisdom of traditional medicine. This study, through the case of Felipa and Rosa, explores how the utilization of medicinal plants has become an act of self-care, cultural preservation, and empowerment. It concludes that traditional medicine has played a pivotal role in the recovery and well-being of indigenous women. The study underscores the need to rebuild trust and foster intercultural dialogue to integrate traditional medicine into the healthcare system while respecting the autonomy and rights of indigenous women. Methodology: This qualitative study employed in-depth interviews with Felipa and Rosa, two indigenous women from Anchonga, to understand their experiences with traditional medicine during and after the COVID-19 pandemic.
Pág.30
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A lo largo de la historia, las comunidades indígenas han desarrollado un profundo conocimiento sobre la naturaleza y las propiedades curativas de sus plantas nativas. La medicina tradicional, basada en el uso de estas plantas, ha sido un pilar fundamental para el cuidado de la salud y el bienestar físico y espiritual. En el contexto del COVID-19, la relevancia de la medicina tradicional se ha hecho aún más evidente, especialmente en comunidades como Anchonga, en Angaraes – Huancavelica, donde las mujeres indígenas han encontrado en ella un refugio y amparo ante las secuelas invisibles de la pandemia.
Este estudio se adentra en el caso de Anchonga, explorando cómo las mujeres indígenas han utilizado la medicina tradicional para enfrentar las secuelas del COVID-19. A través de las historias de Felipa y Rosa, se analizan las motivaciones que las impulsan a usar plantas medicinales, desde la búsqueda de alivio físico hasta la reafirmación de su identidad cultural y la construcción de autonomía en el cuidado de su salud.
Más allá de su valor terapéutico, el uso de plantas medicinales representa un acto de empoderamiento cultural y resistencia frente a la desconfianza en la medicina oficial y las cicatrices invisibles dejadas por la pandemia. El estudio busca comprender las dinámicas sociales y culturales que subyacen al uso de plantas medicinales en Anchonga, destacando su importancia en la construcción de identidad, la preservación del conocimiento ancestral y la búsqueda de bienestar integral familiar.
El estudio adopta un enfoque cualitativo basado en la etnografía descriptiva, con el objetivo de comprender en profundidad las experiencias y prácticas de las mujeres indígenas de Anchonga en el uso de la medicina tradicional solo desde el uso de plantas medicinales para enfrentar las secuelas del COVID-19.
Esta metodología cualitativa, basada en la observación participante, entrevistas en profundidad y análisis documental, permite obtener una visión profunda y detallada de cómo la medicina tradicional ha sido utilizada y valorada por las mujeres indígenas de Anchonga en el contexto de la pandemia de COVID-19. El estudio destacará la relevancia cultural y social de estas prácticas, su contribución al bienestar integral de las mujeres y las comunidades, y las complejidades que enfrentan en un contexto de interculturalidad y atención médica.
Esto proporcionó un marco histórico y cultural para comprender las prácticas de medicina tradicional en Anchonga.
Desde sus orígenes, los hombres y mujeres de las comunidades como el de Anchonga han mantenido una profunda conexión con la naturaleza, valorando el poder curativo de las plantas medicinales. Esta sabiduría ancestral, transmitida de generación en generación, ha sido un pilar fundamental para el bienestar y la salud de la comunidad, especialmente en tiempos de crisis como la pandemia de COVID-19.
El conocimiento sobre las plantas medicinales es una parte integral de la vida en Anchonga. Desde tiempos inmemoriales, los habitantes han utilizado estas plantas para prevenir y tratar diversas enfermedades, aprovechando la riqueza de la flora nativa y los saberes ancestrales transmitidos por sus ancestros y aprehendidas por necesidad. Esta tradición no solo ha proporcionado una alternativa natural y accesible para el cuidado de la salud, sino que también ha fortalecido su identidad cultural y su conexión con la tierra.
El resurgimiento de la medicina tradicional en Anchonga, reavivó en la pandemia de COVID-19, que ha puesto de relieve la importancia de la medicina tradicional en Anchonga. Ante la desconfianza y ausencia de la medicina convencional y los efectos secundarios de algunos medicamentos, además los médicos solo recetan medicamentos académicos y las que no existen en las comunidades indígenas, por la misma razón han recurrido con mayor frecuencia al uso de plantas medicinales para aliviar los síntomas del COVID-19 y fortalecer su sistema inmunológico.
Este resurgimiento de la medicina tradicional en Anchonga, es una adaptación a las diferentes formas de vida comunal, también es un proceso de fortalecimiento y preservación del conocimiento ancestral, que ha sido un asunto de armonía con la naturaleza. Las comunidades y sus habitantes han compartido sus conocimientos y experiencias, adaptando sus prácticas ancestrales a las nuevas necesidades. Además, se ha observado un mayor interés en la investigación y documentación de la medicina tradicional, buscando preservar este valioso patrimonio cultural y garantizar su uso responsable.
Sin embargo, la transmisión inadecuada de los saberes ancestrales y la circulación de información no verificada en medios de comunicación tradicionales y redes sociales representan un desafío que además puedan ser prejuiciosos. Es fundamental fortalecer los esfuerzos para preservar el conocimiento ancestral de manera rigurosa y promover el uso responsable de las plantas medicinales, asegurando su calidad y seguridad.
Pero en tiempos de crisis como la pandemia, la medicina tradicional en Anchonga ha demostrado ser un recurso invaluable, reavivando un legado ancestral y fortaleciendo la resiliencia de la comunidad. La pandemia ha servido como un catalizador para revalorizar este conocimiento ancestral y promover su integración en un sistema de salud más inclusivo y efectivo, donde la sabiduría tradicional y la medicina convencional puedan coexistir y complementarse en beneficio del bienestar integral de las comunidades.
Más allá de ser una alternativa en ausencia de la medicina académica y los profesionales de la salud, la medicina tradicional en Anchonga se erige como un complemento invaluable. Su enfoque holístico, basado en la conexión con la naturaleza y el bienestar integral, puede aportar una perspectiva enriquecedora al sistema de salud actual, promoviendo un modelo más inclusivo y efectivo.
Definitivamente, Anchonga nos ofrece una lección invaluable sobre el poder de la medicina tradicional para fortalecer la resiliencia de las comunidades en tiempos de crisis. La pandemia ha servido como un catalizador para revalorizar este conocimiento ancestral y promover su integración en un sistema de salud más inclusivo y efectivo, donde la sabiduría tradicional y la medicina convencional puedan coexistir y complementarse en beneficio del bienestar integral de las comunidades.
Es crucial que avancemos en la investigación, la documentación y la preservación de la medicina tradicional, asegurando su uso responsable y efectivo. También es importante fomentar el diálogo intercultural y la colaboración entre las comunidades indígenas, los profesionales de la salud y los responsables de la toma de decisiones para integrar la medicina tradicional en un sistema de salud más inclusivo y holístico.
Al trabajar juntos, podemos garantizar que el legado de sanación ancestral de Anchonga continúe floreciendo y beneficiando a las generaciones venideras.
En las comunidades indígenas, como Anchonga, donde el acceso a la medicina convencional es limitado, las plantas medicinales han sido un recurso fundamental para enfrentar la pandemia de COVID-19. Su uso, arraigado en la tradición y el conocimiento ancestral, ha demostrado ser una alternativa eficaz para aliviar síntomas y fortalecer el sistema inmunológico, proporcionando un salvavidas en tiempos de crisis.
Más allá de su valor terapéutico, las plantas medicinales también tienen un impacto positivo en el desarrollo sostenible de las comunidades. Su uso racional puede contribuir a la reducción de la pobreza, promover la igualdad de género y empoderar a las mujeres, sentando las bases para un desarrollo social y económico sostenible.
La preservación de la medicina tradicional y el conocimiento ancestral es crucial para garantizar el acceso a estas alternativas naturales y su uso responsable en beneficio de las comunidades. Es fundamental fortalecer los esfuerzos para documentar, investigar y promover la medicina tradicional, asegurando su integración en un sistema de salud más inclusivo y efectivo que valore la sabiduría ancestral y contribuya al bienestar integral de las comunidades.
La madre naturaleza, Mama Pacha, ha proporcionado inmensos recursos naturales. Muchas plantas crecen de forma natural en diversos pisos ecológicos, algunas domésticas y otras aún silvestres, convirtiéndose en salvavidas para los lugareños. Estas plantas no solo curan enfermedades relacionadas con la pandemia, sino males bronquiales, enfermedades infantiles, entre otros.
Cuando la pandemia de COVID-19 irrumpió en el mundo, sembrando incertidumbre y dolor, Felipa y Rosa se erigieron como faros de esperanza en su comunidad. Su profundo conocimiento de las plantas medicinales, legado de generaciones, se convirtió en una fuente de alivio y consuelo para quienes sufrían los efectos del virus.
Con una determinación inquebrantable, estas mujeres excepcionales aprovecharon las propiedades curativas de la flora nativa y de otras plantas traídas a las ferias locales. Entre las especies que emplearon con maestría se encuentran el matico, el ajo, el jengibre, el eucalipto, la caña de azúcar, la miel, el ciprés, la manzanilla, el romero, entre las principales. Con estas hierbas elaboraron remedios naturales que brindaron alivio a una amplia gama de síntomas, desde problemas estomacales y menstruales hasta afecciones respiratorias.
Su labor no se limitó a la preparación de remedios. Felipa y Rosa también compartieron su sabiduría ancestral con la comunidad, educando a las personas sobre el uso adecuado de las plantas medicinales y promoviendo la prevención como herramienta fundamental para combatir la enfermedad y la pandemia.
En un contexto marcado por la escasez de recursos médicos y el temor a lo desconocido, Felipa y Rosa encarnaron la resiliencia y la solidaridad de su comunidad. Su legado, marcado por la profunda conexión con la naturaleza y el compromiso con el bienestar de su gente, es un recordatorio de que el conocimiento ancestral puede ser una poderosa herramienta para enfrentar los desafíos de la modernidad.
Su experiencia se extiende mucho más allá de abordar los desafíos planteados por el COVID-
19. El dominio de la medicina tradicional de Felipa y Rosa abarca un vasto repertorio de remedios para dolencias comunes como la gripe, bronquites, dolores de estómago, reumatismo y dolores musculares, entre las principales. El arsenal de plantas curativas de Rosa incluye matico, eucalipto, orégano, yerbabuena, yanawarme, hinojo, ajo, menta, ortiga, romero silvestre macho y hembra, entre otras; mientras que la experiencia de Felipa radica en la muña, el ajenjo, el molle, el diente de león, la achicoria, la santa maría, ortiga, la ruda, entre las principales. Los usos son fundamentalmente como aceites esenciales, cremas, pastas, pomadas, en saumerios (baños de vapor) con flores y todas las plantas medicinales
que se encuentran en la zona; además eucaliptos, ciprés, matico, entre las más destacadas, ya que los principales síntomas que tiene la población asociada a la COVID-19 son fiebre alta, tos seca, cansancio, dolor de garganta y se confunden con las enfermedades bronquiales propias de la zona por el friaje por su altitud geográfica. Por otro lado, muchas de estas plantas medicinales son de uso cotidiano para la gran mayoría de la zona, en los usos simplemente tomando en infusión como mates o hasta desayunos en las casas.
Por lo que qué, la sabiduría de Felipa y Rosa se extiende más allá de la aplicación práctica de las plantas medicinales permanentes. Además, sirven como custodias de un conocimiento ancestral, transmitido de generación en generación, que abarca una comprensión íntima de la naturaleza, las propiedades curativas de las plantas y las técnicas de preparación de remedios tradicionales en pastas, pomadas, aceites, hasta baños de vapor como saunas. Sus conocimientos son un tesoro invaluable para la comunidad de Anchonga.
Su compromiso inquebrantable sirve como un recordatorio conmovedor del inmenso valor de preservar la medicina tradicional y el conocimiento ancestral. Estas prácticas veneradas no son solo fuentes de bienestar y curación para las comunidades; representan un patrimonio cultural de profunda importancia, que merece ser protegido y transmitido a las generaciones futuras.
En un mundo como de los anchonguinos, donde el acceso a la medicina convencional es muy limitado, por tanto, las plantas medicinales continúan ofreciendo una alternativa viable y eficaz para la atención médica. Las experiencias de Felipa y Rosa sirven como una poderosa invitación a reavivar nuestro aprecio por la sabiduría ancestral y promover el uso responsable de las plantas medicinales para el mejoramiento de las comunidades en todo el mundo.
Es importante destacar que, dentro de la comunidad de Anchonga, Felipa y Rosa representan una muestra significativa del uso de plantas medicinales para la curación. Sin embargo, es preciso reconocer que existen diversas prácticas tradicionales de sanación que se extienden más allá de su enfoque. Estas prácticas involucran el uso de diferentes elementos, como la coca, pichi u orina, sal y ofrendas a la tierra, entre otras. Además, existen curanderas que se especializan en tratar el susto infantil, otras dolencias e incluso hechicerías.
La exploración de estas prácticas tradicionales requeriría mayor tiempo y una recopilación más exhaustiva de datos, lo cual no ha sido posible en el marco de este trabajo. Por lo tanto, el presente estudio se centra específicamente en las curaciones realizadas por Felipa y Rosa, utilizando únicamente las plantas medicinales descritas.
En la región de Huancavelica, particularmente en el distrito de Anchonga y otros distritos de la provincia de Angaraes, diversas ONGs han emprendido iniciativas de gran valor para el bienestar comunitario. Uno de sus pilares fundamentales ha sido la promoción de huertos familiares, combinando la horticultura tradicional con el cultivo de plantas aromáticas y medicinales. Esta estrategia busca mejorar la dieta familiar y combatir la anemia infantil, dos desafíos prioritarios en la región.
Los esfuerzos de estas ONGs no se limitan a la promoción de huertos familiares. También han brindado apoyo a iniciativas de salud reproductiva, formando promotores de salud y facilitando el establecimiento de botiquines comunitarios. Además, han impulsado la
preparación de aceites, pastas, pomadas, ungüentos y cremas a base de plantas medicinales para atender diversas dolencias como contusiones y esguinces. Entre los ejemplos notables de estos productos se encuentran aceites, pomadas, jarabes elaborados con plantas nativas, vaselinas y jarabes de eucalipto para el resfriado, similares al Vicks VapoRub, varias de las más importantes por citar.
A lo largo de este proceso, varias mujeres de la comunidad desarrollaron experiencias similares en la producción de aceites esenciales, pastas, pomadas, algunos de los productos principales, que luego se han convertido en productos cosméticos y farmacéuticos a las que no pudimos acompañarlos, pero si nos expusieron sus trabajos. Su participación y sus contribuciones fueron fundamentales para el éxito de nuestros esfuerzos de investigación. Estas mujeres no solo sirvieron como invaluables fuentes de información, sino también como compañeras en nuestros viajes. Su amistad y apoyo inquebrantable fueron esenciales para nuestra experiencia en la comunidad, dejándonos un profundo legado de aprendizaje y compromiso.
En el corazón de la comunidad, Felipa brilla con luz propia como una figura radiante, su sabiduría y artesanía que le han valido el máximo respeto y admiración. A pesar de ser analfabeta, la profunda comprensión de Felipa del mundo natural y su dominio de las artesanías tradicionales la han elevado a una posición de prominencia.
Con su profundo conocimiento de las plantas medicinales, Felipa emplea hábilmente muña, ajenjo, molle, diente de león, achicoria, santa maría, ortiga, eucalipto, ruda las principales por citar; para aliviar una amplia gama de dolencias, incluyendo el resfriado común y los bronquios, sumadas a ellas dolores de estomacales, entre las principales.
Rosa, otro pilar de la comunidad, desempeña un papel igualmente crucial en la protección y utilización de la medicina tradicional. Sus remedios herbales, elaborados con matico caliente, eucalipto, orégano, yerbabuena, yanawarme y romero silvestre (tanto masculino como femenino), abordan eficazmente una diversa gama de problemas de salud. Además, la experiencia de Rosa se extiende al empleo de manzanilla (Matricaria chamomilla), romero (Rosmarinus officinalis), orégano (Origanum vulgare), ajenjo y muña para aliviar los síntomas del COVID-19 y otras dolencias propias de la zona.
Los incansables esfuerzos de los profesionales de la salud han dado lugar a la creación de promotores de salud dentro de la comunidad. Entre estas notables mujeres, varias han destacado en el aprendizaje de técnicas de procesamiento de alimentos y la utilización de plantas medicinales. Estas mujeres han desarrollado meticulosamente técnicas de secado, métodos para preparar aceites, pastas, cremas y jarabes, y prácticas para mantener los estándares de higiene y saneamiento. Sus productos, elaborados con meticulosidad, se venden directamente a familias necesitadas, en ferias semanales, generando algunos ingresos y asegurando la continuidad de las prácticas tradicionales a pesar de la discontinuación de estos proyectos.
La dedicación inquebrantable de Felipa y Rosa a la preservación de la medicina tradicional es un testimonio del poder de la acción colectiva y la solidaridad en la búsqueda de la justicia social. Sus historias sirven como recordatorios conmovedores del valor incalculable de la sabiduría indígena y del poder transformador de la resiliencia de las mujeres. Su legado de conocimiento, activismo y solidaridad inquebrantable sigue inspirando a las mujeres de toda la región, destacando la importancia primordial de preservar y apreciar la medicina tradicional.
La medicina tradicional ha desempeñado durante mucho tiempo un papel fundamental en los sistemas de salud de las comunidades rurales de América Latina, ofreciendo soluciones accesibles, efectivas y culturalmente arraigadas a una amplia gama de dolencias. Su importancia perdurable radica en sus beneficios multifacéticos, que exploraremos en detalle.
La eficacia de la medicina tradicional reside en su profunda conexión con siglos de conocimiento acumulado y prácticas empíricas. Las comunidades indígenas han transmitido esta sabiduría a través de generaciones, observando cuidadosamente las propiedades curativas de las plantas y desarrollando remedios probados por el tiempo. Este rico legado de conocimiento ha resultado en una amplia gama de tratamientos tradicionales que han demostrado ser efectivos para abordar una diversa gama de problemas de salud.
La medicina tradicional no es simplemente una colección de remedios; es un repositorio de sabiduría ancestral, entrelazado con la identidad cultural y la cosmovisión de las comunidades indígenas. Preservar este precioso patrimonio no se trata solo de salvaguardar prácticas de atención médica efectivas; se trata de honrar las tradiciones y el conocimiento que han dado forma a estas comunidades durante generaciones.
El legado de la medicina tradicional, transmitido a través de generaciones de mujeres indígenas, sigue siendo una fuente crucial de atención médica para muchos en América Latina. Reconocer y valorar este conocimiento ancestral es esencial para construir una sociedad más equitativa, justa e inclusiva. Al integrar la medicina tradicional en los sistemas de salud modernos, podemos asegurarnos de que las comunidades tengan acceso a una gama completa de opciones de atención médica, al mismo tiempo que preservamos un rico patrimonio cultural.
El uso de plantas medicinales en las comunidades indígenas se remonta a tiempos ancestrales y continúa siendo un componente fundamental de su atención médica. Este legado de conocimiento tradicional, transmitido de generación en generación, ha demostrado ser efectivo en el tratamiento de una amplia gama de dolencias.
La antropología médica nos brinda herramientas valiosas para comprender el uso de plantas medicinales como un fenómeno culturalmente situado, donde las prácticas y conocimientos tradicionales desempeñan un papel fundamental en la cosmovisión y la atención médica de las comunidades indígenas (Ramos, 2006).
Adicionalmente, esta disciplina nos permite reconocer la dimensión política inherente a las intervenciones de salud, especialmente en contextos de conflicto armado interno. Al analizar las relaciones de poder y las dinámicas sociales que subyacen a estas intervenciones, podemos identificar cómo estas pueden convertirse en herramientas de control y dominación, en lugar de contribuir al bienestar de las comunidades (IIDH, 2008).
Los hallazgos de este estudio reafirman la importancia indiscutible de las plantas medicinales en las comunidades indígenas, trascendiendo su rol como alternativa terapéutica para convertirse en un pilar fundamental para el desarrollo social y económico (OMS, 2013). La medicina tradicional, con su enfoque holístico y arraigado en la sabiduría ancestral, representa una fuente inestimable de conocimiento que exige ser reconocida, valorada e integrada en los sistemas de salud oficiales (WHO, 2007).
Es imperativo establecer mecanismos para la estandarización y regulación del uso de plantas medicinales, garantizando su calidad, seguridad y eficacia, además la preservación de las mismas. Esto implica el desarrollo de normas y protocolos rigurosos que aseguren la identificación precisa de las plantas, la preparación adecuada de los remedios y la implementación de prácticas de higiene y control de calidad durante todo el proceso (WHO, 2007). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la importancia de la estandarización y regulación de las plantas medicinales, y ha desarrollado directrices y herramientas para apoyar a los países en este proceso (WHO, 2007).
Se requieren mayores esfuerzos en investigación científica para validar los efectos terapéuticos de las plantas medicinales y promover su uso responsable. Esto exige la colaboración entre comunidades indígenas, investigadores científicos e instituciones de salud para diseñar estudios rigurosos que exploren el potencial curativo de las plantas tradicionales, respetando siempre la cosmovisión y los saberes ancestrales de las comunidades (Bodeker, 2004). Un ejemplo exitoso es el proyecto INMED, que centra en identificar y evaluar el potencial terapéutico de plantas medicinales utilizadas por comunidades indígenas en América Latina (INMED, 2021). Este tipo de proyectos promueve la colaboración entre científicos comunidades locales, respetando y valorando el conocimiento ancestral.
Es fundamental fomentar el diálogo intercultural entre la medicina tradicional y la medicina convencional o académica para construir un sistema de salud más inclusivo y efectivo. Esto implica promover el intercambio de conocimientos, el respeto mutuo y la colaboración entre ambas disciplinas, reconociendo que cada una posee fortalezas y enfoques únicos que pueden complementarse para mejorar la atención médica de las poblaciones indígenas (WHO, 2007). La OMS ha destacado la importancia del diálogo intercultural en salud, y ha desarrollado herramientas y estrategias para promover la colaboración entre diferentes sistemas de conocimiento y práctica OMS, (2013).
Se deben fortalecer las iniciativas que promuevan el empoderamiento de las mujeres indígenas en el ámbito de la medicina tradicional, reconociendo su rol como guardianas del conocimiento ancestral. Esto implica apoyar su liderazgo en la transmisión de saberes, la investigación y el desarrollo de prácticas sostenibles para la conservación de la biodiversidad y el uso responsable de las plantas medicinales (OMS). Un ejemplo de este empoderamiento es el proyecto "Mujeres Indígenas y Biodiversidad", que busca fortalecer el liderazgo de mujeres indígenas en la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad en América Latina (OMS, 2021).
A punto de vista, la medicina tradicional indígena no solo representa un legado cultural invaluable, sino que también ofrece soluciones efectivas y accesibles para el cuidado de la salud en comunidades vulnerables. Al reconocer su valor y promover su integración en los sistemas de salud oficiales, podemos contribuir a un futuro más equitativo, sostenible y respetuoso con la sabiduría ancestral de las comunidades indígenas.
El estudio sobre el uso de la medicina tradicional en Anchonga durante la pandemia de COVID-19 nos revela un panorama enriquecedor y lleno de lecciones valiosas. A modo de conclusión, podemos destacar los siguientes puntos clave:
bienestar. En Anchonga, este conocimiento ancestral, transmitido de generación en generación, brindó una alternativa confiable y accesible frente a la desconfianza y sobre todo poca accesibilidad a la medicina convencional, aliviando síntomas físicos y ofreciendo un consuelo invaluable en momentos de incertidumbre.
El uso de plantas medicinales no solo ha sido un acto de sanación física, sino también un símbolo de empoderamiento y autocuidado para las mujeres de Anchonga. Al recurrir a sus raíces ancestrales, estas mujeres han reforzado su identidad cultural y han preservado un legado invaluable que se ha transmitido durante siglos. La pandemia ha servido como un catalizador para revitalizar el interés en la medicina tradicional, asegurando su continuidad para las generaciones venideras.
El estudio pone de manifiesto la necesidad de establecer puentes de diálogo intercultural entre la medicina tradicional y la medicina convencional. Es fundamental reconocer el valor del conocimiento ancestral y promover su integración en el sistema de salud formal, respetando siempre la autonomía y los derechos de las comunidades indígenas. Esto implica reconstruir la confianza entre las comunidades y el sistema de salud oficial, creando un espacio donde ambas perspectivas puedan coexistir y complementarse.
La capacidad de hombres y mujeres de Anchonga para enfrentar las secuelas de la pandemia a través de su sabiduría ancestral es un testimonio de su resiliencia y cohesión social. La pandemia ha demostrado que las prácticas holísticas y culturalmente enraizadas pueden ser herramientas poderosas para navegar tiempos de crisis y promover el bienestar integral de las comunidades.
El estudio enfatiza la necesidad de continuar investigando y documentando las prácticas de medicina tradicional para asegurar su uso responsable y efectivo. Es fundamental garantizar que este patrimonio cultural siga beneficiando a hombres y mujeres de las comunidades, preservando su riqueza y sabiduría para las generaciones futuras.
En síntesis, el COVID-19 ha sido un capítulo desafiante en la historia de Anchonga, pero también ha servido como un recordatorio del poder transformador de la medicina tradicional y la resiliencia de las comunidades indígenas. Al integrar este conocimiento ancestral en un marco de salud más inclusivo y respetuoso, podemos construir un futuro más equitativo y sostenible para las comunidades indígenas y el mundo en su conjunto.
Además, este estudio nos invita a reflexionar sobre el valor de la medicina tradicional y su potencial para contribuir a un sistema de salud más integral y humano. Es hora de reconocer la sabiduría ancestral de las comunidades indígenas y trabajar juntos para construir un futuro donde la salud y el bienestar sean accesibles para todos.
A la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y a la Escuela Profesional de Ciencias Físico Matemáticas.
Asimismo, a la revista Aypate, y de manera muy especial a su Editor en Jefe y a su Comité Editorial, por la oportunidad brindada de difundir nuestros trabajos.
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